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viernes, 20 de diciembre de 2013

Mentiras sobre la Unión Soviética del camarada Stalin: Millones de Muertos (Parte 1)


Junto a Hitler, en el gobierno alemán se encontraba Jossef Goebbels, Ministro de Propaganda y máximo responsable de inculcar en el pueblo alemán el sueño del nazismo: un pueblo de raza pura viviendo en la Gran Alemania, un país con un gran espacio vital; pero una parte de este espacio vital -un territorio al este de Alemania, que era en realidad mucho más grande que la misma Alemania- aún debía ser conquistada e incorporada a la nación alemana. Ya en 1925, en el libro ”Mein Kampf”, Hitler había señalado que el progreso territorial de Alemania se daría a costa de Rusia, mediante la expanción hacia el este ((1)); Ucrania y otras regiones del Este de Europa serían tomadas por la nación alemana para ser utilizadas en forma ”correcta”. Según la propaganda nazi, la espada alemana ”liberaría” esas tierras para luego undir el arado alemán!; Con las técnicas y las empresas alemanas, Ucrania se transformaría en una tierra productora de cereales para Alemania. Pero primero los alemanes tenían que liberar a Ucraina de los ”seres humanos inferiores” que allí habitaban, los cuales -según la propaganda nazi- serían utilizados como fuerza de trabajo esclava en los hogares, en las fábricas, en la agricultura y en todos los lugares donde la economía alemana lo requiriese ((2)).



La conquista de Ucrania y otras regiones de Europa del este haría necesaria la guerra  contra la Unión Soviética, y  semejante esfuerzo bélico debía  ser preparado con mucha antelación. Con este objetivo el Ministerio de Propaganda Nazi, encabezado por Goebbels, inició una campaña de mentiras sobre un supuesto genocidio cometido por los bolcheviques en Ucrania: un período terrible de hambre catastrófica que habría sido deliberadamente provocada por Stalin para obligar al campesinado a aceptar la política socialista sobre la tierra. El objetivo de la campaña nazi era preparar a la opinión pública mundial para la ”liberación” de Ucrania por las tropas alemanas.
 
A pesar de los grandes esfuerzos y de que los textos de la propaganda fueron publicados en la prensa inglesa, la campaña nazi sobre el ”genocidio” en Ucrania no tuvo mucho éxito a nivel mundial. Estaba claro que Hitler y Goebbels necesitarían ayuda para extender sus rumores sobre la Unión Soviética y tal ayuda la encontraron en los Estados Unidos de America. 


William Hearst, un amigo de Hitler

William Randholph Hearst fue un multi-millonario norteamericano que ayudó a los nazis en su guerra psicológica contra la URSS. Hearst fue conocido como ”el padre” de la "prensa amarilla" (prensa sensasionalista); comenzó la carrera de redactor en 1885 cuando su padre, George Hearst (millonario de la industria minera, senador y tambien magnate de la prensa), le regaló la dirección del periódico San Francisco Daily Examiner. Éste fue también el inicio del imperio mediático de Hearst, un imperio que influyó enormemente en las vidas y en el pensamiento de los norteamericanos. Tras la muerte de su padre, William Hearst vendió todas las acciones de la industria minera que había heredado y comenzó a invertir su capital en el mundo periodístico. Su primera compra fue el New York Morning Journal, un periódico tradicional que Hearst transformó por completo en una bazofia  sensacionalista. Compraba sus historias a cualquier precio y, cuando no había ninguna atrocidad o crimen sobre los que hacer un reportaje, pedía a sus periodistas y fotógrafos que “amañaran” algún caso. Es esto lo que de hecho caracteriza a la prensa amarilla: mentiras y atrocidades “amañadas”, servidas como si fueran ciertas. 

Las mentiras de Hearst lo hicieron una de las personas más importantes del mundo del periodismo y uno de los hombres mas ricos del mundo, con una fortuna avaluada en 200 millones de dólares para el año de 1935. Tras la adquisición del  Morning Journal, Hearst siguió comprando y creando diarios y semanarios por todos los rincones de los EEUU. En los años 40, William Hearst poseía 25 diarios, 24 periódicos semanales, 12 emisoras de radio, 2 agencias de prensa internacionales, un negocio de publicidad cinematográfica, la empresa de cine Cosmopolitan, y muchos negocios más. En 1948 compró una de las primeras estaciones de televisión de los EEUU, la BWAL -la TV de Baltimore. Los periódicos de Hearst vendían 13 millones de copias  al día y tenían cerca de 40 millones de lectores. Casi un tercio de la población adulta de los EEUU leía los periódicos de Hearst cada día. Además, muchos millones de personas en todo el mundo recibían la información de la prensa de Hearst a través de sus agencias de prensa, sus películas y una serie de periódicos que eran traducidos y publicados en cantidades ingentes en todo el mundo. Las anteriores cifras demuestran cómo el imperio de Hearst fue capaz de influir en la política americana -e incluso en la política mundial durante muchos años-, sobre cuestiones que incluían la  oposición a que los EEUU entraran en la Segunda Guerra Mundial en el bando de la Unión Soviética, y el apoyo a la caza de brujas anti-comunista del senador McCarthy en los años 50. 



Tras su visita a Hitler, los periódicos sensacionalistas de Hearst estuvieron llenos de “revelaciones” sobre los terribles acontecimientos en la Unión Soviética: asesinatos, genocidio, esclavitud, lujo para los jefes y hambre para el pueblo, éstas eran las grandes noticias que se publicaban casi a diario. El material le era proporcionado a Hearst por la Gestapo -la policía política de la Alemania nazi. En las primeras páginas de sus periódicos aparecían a menudo caricaturas y fotos falsificadas de la Unión Soviética, con Stalin retratado como un asesino sosteniendo un puñal en la mano. ¡No debemos olvidar que estos artículos eran leídos cada día por 40 millones de personas en los EEUU y por varios millones más en todo el mundo! 




El mito de la hambruna en Ucrania

Una de las primeras campañas de la prensa de Hearst en contra de la URSS fue la de los millones de muertos, víctimas del hambre en Ucrania. Esta campaña comenzó el 18 de febrero de 1935 con un titular de primera página en el Chicago American: ”Seis millones de muertos por el hambre en la Unión Soviética”. Usando el material suministrado por la Alemania nazi, William Hearst comenzó a publicar historias inventadas sobre un genocidio que, supuestamente, había sido deliberadamente cometido por los bolcheviques y había causado varios millones de muertos a consecuencia del hambre en Ucrania.

La verdad del asunto era totalmente diferente. De hecho, lo que ocurrió en la Unión Soviética al principio de los años 30 fue una gran lucha de clases en la que los campesinos pobres y sin tierra se levantaron contra los terratenientes ricos, los kulaks, y comenzaron una lucha por la colectivización, una lucha para crear los koljoses (granjas colectivas). Esta gran lucha de clases, que implicó directa o indirectamente a unos 120 millones de campesinos, ciertamente dio lugar a una inestabilidad en la producción agrícola y a una escasez de alimentos en algunas regiones. La carencia de alimentos debilitó de hecho a la gente, lo que a su vez llevó  a un incremento del número de víctimas de enfermedades epidémicas. Estas enfermedades eran, en aquel tiempo, algo lamentablemente común en todo el mundo. Entre 1918 y 1920, una epidemia de gripe española causó la muerte de 20 millones  de personas en EEUU y en Europa, pero nadie acusó a los gobiernos de estos territorios de asesinar a sus propios ciudadanos. Lo cierto es que no había nada que el  gobierno soviético --ni ningún otro gobierno-- pudiera hacer ante epidemias de este tipo.  Fue sólo el desarrollo de la penicilina durante la Segunda Guerra Mundial lo que hizo posible la contención de tales epidemias. 


Los artículos de la prensa de Hearst sobre los millones de muertos por el hambre en Ucrania que había sido ”provocada por los comunistas” entraban en detalles gráficos espeluznantes. La prensa de Hearst utilizó todos los medios posibles para hacer que sus mentiras parecieran verdades, y consiguió con ello que la opinión pública de los países capitalistas se volviera bruscamente en contra de la Unión Soviética. Así se originó el primer mito de los millones de muertos en la URSS. Una ola de protestas contra el hambre ”provocada por los comunistas” continuó en la prensa Occidental y nadie quiso escuchar los desmentidos oficiales de la Unión Soviética. Las mentiras de la prensa de Hearst tuvieron que esperar hasta 1987 para ser completamente desenmascaradas. Durante más de 50 años y con base en estas mentiras, varias generaciones en todo el mundo fueron influenciadas para tener una visión negativa del socialismo y de la URSS. 
 



52 años para que la verdad saliera a la Luz

La campaña de desinformación nazi sobre Ucrania no desapareció con la derrota de la Alemania nazi en la Segunda Guerra Mundial. Las mentiras nazis fueron retomadas por la CIA y el MI5, y siempre tuvieron garantizado  un lugar primordial en la guerra de propaganda contra la Unión Soviética. La caza de brujas anti-comunista de McCarthy tras la Segunda Guerra Mundial también prosperó en base a los cuentos sobre los millones de muertos a causa del hambre en Ucrania. En 1953 se publicó en los EEUU un libro sobre este tema. El libro se tituló Black Deeds of the Kremlin [Los Hechos Negros del Kremlin]. Su publicación fue financiada por exiliados ucranianos en los EEUU, individuos que habían colaborado con los nazis durante la Segunda Guerra Mundial y a los que el gobierno americano concedió asilo político, presentándolos al mundo como “demócratas”. 

Cuando Reagan fue elegido presidente  de los EEUU y comenzó su cruzada anticomunista de los años 80, la propaganda sobre los millones de muertos de Ucrania volvió a reactivarse. En 1984 un profesor de Harvard publicó un libro llamado Human Life in Russia  [La Vida Humana en Rusia], que repitió toda la información falsa fabricada por la prensa de Hearst en 1934. En 1984, por lo tanto, nos encontramos con que se recuperaron a bombo y  platillo las mentiras nazis y las falsificaciones que databan de los años 30, pero esta vez bajo el manto “respetable” de una universidad americana. Pero éste no fue el final de la historia. En 1986 todavía apareció otro libro sobre el tema, titulado The Harvest of Sorrow [La Cosecha del Dolor], escrito por un antiguo miembro del servicio secreto británico, Robert Conquest, a la sazón profesor en la Universidad Stanford de California. Para su “trabajo” en la redacción del libro, Conquest recibió 80.000 dólares de la Asociación Nacional de Ucrania (UNA). Esta misma organización también financió una película realizada en 1986 titulada Harvest of Despair [La Cosecha de la Desesperación], en la que, entre otras cosas se utilizó el material del libro de Conquest. En ese momento, en los EEUU, el cómputo del número de personas muertas a causa del hambre en Ucrania se había elevado a 15 millones.

Sin embargo, la cifra de millones que habían muerto de hambre en Ucrania según la prensa americana de Hearst, repetida en libros y películas, era completamente falsa. El periodista canadiense Douglas Tottle expuso con rigor las falsificaciones en su libro Fraud, famine and fascism – the Ukrainian genocide myth from Hitler to Harvard  [Fraude, hambre y fascismo: El mito del genocidio ucraniano de Hitler a Harvard] ((3)), publicado en Toronto en 1987. Entre otras cosas, Tottle demostró que el material fotográfico ((4)) utilizado -las horrorosas fotografías de niños hambrientos- había sido extraído de publicaciones de 1922, una época en la que millones de personas murieron de hambre a causa de las terribles condiciones que supuso la Guerra Civil Rusa de 1918-1921. Douglas Tottle nos lleva también a las fuentes periodísticas de 1934. Los reportajes sobre el hambre y las reseñas de viaje de los periodistas nos muestran la mezcla de mentiras publicadas en la prensa de Hearst; el periodista que durante mucho tiempo había enviado reportajes y fotografías de las llamadas zonas de hambre, un cierto Thomas Walker, nunca había estado en Ucrania y sólo había estado cinco días en Moscú. Este hecho fue revelado por el periodista Louis Fisher, por aquel tiempo corresponsal en Moscú del periódico norteamericano The Nation. Fisher también reveló que el periodista M. Parrott, el auténtico corresponsal de Hearst en Moscú, había enviado a Hearst reportajes que nunca fueron publicados sobre la excelente cosecha conseguida por la Unión Soviética en 1933 y sobre los progresos de Ucrania. Tottle también demuestra que el periodista que escribió los informes sobre la presunta hambruna ucraniana, “Thomas Walker”, se llamaba en realidad Robert Green y era un presidiario que se había escapado de una prisión estatal de Colorado. Este tal Walker, o Green, fue detenido cuando regresó a los EEUU, y cuando compareció ante un tribunal admitió que nunca había puesto un pie en Ucrania. Toda la mentira acerca de los millones de muertos a causa del hambre en Ucrania en los años 30, en una hambruna provocada por Stalin, sólo pudo ser desenmascarada en 1987.
 


[ Todas estas fotos han sido y aún hoy son utilizadas por los anticomunistas para ilustrar el Holodomor, sin embargo, ninguna de estas fotos corresponde a los años en los que se supone ocurrió la hambruna artificial en Ucrania... En realidad estas fotos fueron tomadas en 1921 por Fridtjof Nansen, el famoso diplomático y explorador noruego. Nansen viajo a Rusia en 1921 como comisionado de la Sociedad de Naciones (lo que hoy sería la ONU). Las fotos no fueron tomadas para desacreditar a la Unión Soviética, sino para despertar la solidaridad internacional con la población que era victima de la hambruna que en aquel momento asolaba a Rusia (y principalmente a zonas aledañas al rió Volga). Esta hambruna fue consecuencia de malas cosechas provocadas por una sequía y por los traumatismos de la Guerra Civil Rusa, conflicto en el que el ejercito Rojo tuvo que hacer frente al ejército blanco, al ejército verde, al ejército negro, al ejército polaco, a la legión checoslovaca y a tropas de varias potencias imperialistas, como Japón, Inglaterra, Francia y Estados Unidos. Otras fotografías de los años de la guerra civil, así como de la primera guerra mundial, e incluso algunas de hambrunas ocurridas en los Estados Unidos luego de la gran depresión, han sido utilizadas hasta hoy como pruebas del Holodomor. Ante la verdad que ya asoma sobre las fotos de Nansen, muchos anticomunistas han optado por rectificar las fechas de dichas fotos, pero manteniendo el mismo discurso simplista y fantasioso típico del anticomunismo, pues ahora aunque las fotos ya no son prueba del Holodomor, tampoco son una muestra de las dificultades que afrontaba la Unión Soviética tras la compleja y encarnizada Guerra Civil, sino que son pruebas contundentes del hambre a la que los bolcheviques condenaban a los habitantes de regiones que no se les sometían. De todos los beligerantes de la Guerra Civil Rusa, solo los bolcheviques son responsabilizados por las secuelas de la guerra, las cuales incluso se presentan no como secuelas de la guerra, sino como el resultado consciente de las políticas criminales del comunismo ]

El filonazi Hearst, el agente de policía Conquest y varios más habían estafado a millones de personas con sus mentiras y falsos informes. Todavía hoy las historias  de Hearst son repetidas en libros recién publicados, escritos por autores a sueldo de la derecha.